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Super Blabla

A los ojos.

A los ojos.

Sin pensar, ya no lo logro votar. El vaso está lleno y derrama su agua verde, verde como Santiago rebosante de mierda de caballos, caballos ciegos y mutilados en las puertas, baldosas, en las entradas adoquinadas de los palacios derruidos, derrumbados, exterminados en el juicio absurdo de ingenieros degollados, degollados por su dios, al que veneraron y lamieron para conseguir unos centavos. ¡Piadoso Dios!; que los dejó morir, para ver su sangre derramar mi vaso y mis ojos, para dejarme dentro del vacío amurallado que es mi cráneo, todos los mutilados y ciegos y centavos derramando del vaso, y, en un segundo (segundo diagnosticado por un extraño), veo todo este flujo cristalizado, se endurece y fosiliza en alaridos de diamantes, sangre y pus penetrando en púas el espacio, derrocando todo lo que creía límite, pulverizando el tiempo en un abrazo sofocante y frío, en un impacto que no toca y no alcanza y que nunca dejó de estar en contacto, toda la avalancha de mi piedad a los pies de dios y la impía humanidad, punzando desde adentro, desde lo más profundo del infierno, sobre todo cuando te veo, te contemplo y espero brote de ti también Dios y el Diablo pulverizados en un abrazo, en el derrocamiento de su lucha eterna y pendiente, en la fusión de sus tormentos, materializados, cristales resplandecientes de la puerta invisible del reflejo, el reflejo que espero, que siento palpitar y sacudir al final, al más obscuro pozo final de mi cerebro.

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